Hna. María del Carmen Llorente, nació en Cuellar, Segovia. Desde pequeña quería ser monja Clarisa, como las del convento de su pueblo.

Sus padres la envían al internado de Trujillo, para que las Religiosas fundadas por Antonia María la capaciten para ingresar a dónde Dios la llame.

A la hora de regresar a su pueblo, le dice a sus padres que se quedará con las Hijas de la Virgen de los Dolores.

En 1959 se embarca rumbo a Argentina con destino Carlos Casares.

Ese mismo año se abre la Casa de Tres Lomas y allí va María entre el grupo de las fundadoras con su juventud y celo misionero, permaneciendo alli por unos años. Luego vivió tambien en Río Cuarto y desde 1999 reside en Carlos Casares.

Hna. María del Carmen fue una persona humilde y muy trabajadora, siempre tenía algo para hacer.

Por nada dejaba la  oración y los actos comunitarios, su profundidad espiritual hacía que transmitiera mucha paz con quienes se relacionaba, fruto de las almas que tienen encuentros profundos con Dios.

Fue un alma contemplativa que,  a su paso,  derramaba amor, alegría, paz. Trabajó en la Pastoral de la salud, llevando cercanía, la Palabra de Dios y la comunión a los enfermos.

Fue una mujer de Dios, humana y fraterna, siempre con un detalle y sorpresa para sus hermanas, viviendo con mucha sencillez la presencia de Dios en su vida. Cuando nos acercábamos a ella y le preguntábamos cómo estás Maria? Decía con mucha gracia “tirando para no aflojar” y se reía….

El Espíritu Santo ocupaba un lugar muy importante en su vida, quien le enseñó a vivir en el Amor y la Verdad, así lo vivió y lo expresó durante 7 años postrada aceptando la voluntad de Dios con mucha paz.

Aquí en Casares formó parte del grupo parroquial “Pastoral de la salud”. Se reunían para formarse y rezar por  los enfermos a quienes visitarían en el hospital y geriátricos. De todo ello participaba con mucha alegría y responsabilidad.

Llevaba varios años postrada, pero su mente permaneció con  lucidéz hasta hace un tiempo.

Cuando se le preguntaba cómo estás María? Su respuesta siempre fue “bien” o “tirando para no aflojar”. Somos conscientes de que esa respuesta estaba sostenida por su gran fe en Dios y su amor a la Virgen de los Dolores. El día 21 a las 15 hs su vida se apagó con mucha paz y serenidad como vivió toda su vida. En abril había cumplido 94 años.