En los últimos años, la provincia de los bonaerenses está siendo testigo de una escalofriante realidad que está poniendo en jaque a toda su comunidad: la violencia asociada al narcotráfico. Las calles se tiñen de sangre por razones incomprensibles, mientras se extiende este oscuro flagelo que afecta a cada uno de nuestros 135 Partidos-municipios.
El consumo de drogas ha crecido de manera alarmante en los últimos tiempos, principalmente el de cocaína, paco y metanfetaminas. Este fenómeno parece solo visibilizar a los sectores pobres de la comunidad, pero, son ellos los que realmente sufren las consecuencias de esta problemática y, no son quienes están impulsando este incremento del consumo de estupefacientes.
Ahora bien, ¿cómo es que el tráfico de tóxicos se ha convertido en un flagelo que atraviesa a toda la comunidad y qué papel juegan los diferentes actores políticos y sociales en su expansión? ¿Cómo hemos llegado a una situación en la que se asesina a una persona humana para robarle un celular y luego venderlo para comprar “paco”?
El narcotráfico es una realidad global que ha llegado a las puertas de nuestros barrios y se expande a una velocidad alarmante. Pero lo que resulta sorprendente es que, a diferencia de lo que se podría pensar, no son los más vulnerables los que están protagonizando su circulación, es entre los hijos de la clase media y alta que, además, son los generadores y propulsores del mercado. Son responsables de propagar este veneno que está corroyendo a nuestra comunidad bonaerense.
Muchas veces se señala únicamente a los narcotraficantes como los principales responsables de la proliferación de drogas. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Los políticos corruptos que permiten el funcionamiento de este mercado, los empresarios que lavan dinero, los artistas y modelos que contribuyen a su glamurización, los periodistas que no investigan a fondo el tema, los jueces que no imponen sanciones severas y los policías que están involucrados en este negocio también tienen su cuota de responsabilidad en la creación de este “mercado de drogas”.
El problema económico y social que enfrenta la Provincia de Buenos Aires lleva a que los jóvenes busquen una salida en las drogas. La falta de oportunidades y la desesperanza los impulsan a buscar formas de escape en sustancias adictivas, ya sea para evadir la realidad o para encontrar una solución “económica” a sus problemas.
La situación se vuelve aún más compleja al considerar las consecuencias devastadoras que el narcotráfico trae consigo. El empobrecimiento de las comunidades vulnerables, el aumento de la violencia y la degradación de la calidad de vida son solo algunos ejemplos de los efectos negativos que acompañan a esta realidad. En los sectores socioeconómicos medios y altos es diferente, porque tienen la posibilidad de tratamientos profesionales y de contar con institutos de rehabilitación adecuados. Además, los aparatos del estado municipal y provincial cubren las demandas del microcentro de las urbes, más allá del asfalto es tierra olvidada.
Para detener el avance del narcotráfico, es imprescindible un enfoque de conjunto, que involucre a todos los sectores de la comunidad bonaerense. Es necesario que la conducción política establezca políticas públicas de prevención y represión efectivas, que los empresarios y artistas dejen de glorificar y fomentar este veneno, que los periodistas informen de manera responsable y que los jueces y policías combatan la corrupción interna.
No podemos mirar a países vecinos como México, Colombia o Bolivia y afirmar que “eso no sucederá aquí”. Ya está sucediendo en nuestros propios barrios. Vivimos una crisis que amenaza con destruir nuestro futuro si no actuamos con urgencia. Es tarea de todos detener el avance del narcotráfico.
Es momento de despertar a la realidad. El llamado es urgente y apremiante. Cada vida arrebatada, cada joven atrapado en la adicción, cada familia destrozada por la violencia del narcotráfico son razones para detenernos y reflexionar. Las realidades de México y Ecuador son lecciones que no debemos ignorar. La pobreza estructural, el embrutecimiento social, el futuro incierto que experimentan estos pueblos deben servir como advertencia de lo que podría sucedernos si no actuamos.
La Provincia de los Bonaerenses se encuentra en un gran laberinto. El narcotráfico no es solo un problema policial o de seguridad, es un problema social y cultural que requiere una respuesta integral. La unidad, la solidaridad, la educación, el acceso a oportunidades y la lucha contra la corrupción política son aspectos fundamentales para revertir esta situación. Es fundamental que aquellos que ocupan posiciones de influencia y poder tomen la responsabilidad de liderar el cambio, rechazando la adicción y contribuyendo a la eliminación de este oscuro mercado. De los laberintos se sale por arriba.
Detener su avance requerirá un enfoque colectivo y comprometido por parte de la conducción política, la comunidad, las instituciones educativas y las organizaciones sindicales y sociales. Solo a través de una estrategia que aborde todas las dimensiones del problema se podrá hacer frente a esta amenaza y constituir un futuro más seguro y saludable para todos. Para lograrlo, se deben tomar medidas claves, como la desideologización de toda medida política sin intromisión de organismos internacionales, fortalecimiento de la prevención y la educación, la mejora de las oportunidades sociales, el afianzar la seguridad, voluntad férrea para combatir la corrupción, la colaboración internacional en nuevas tecnologías, la rehabilitación y el tratamiento, inversión en inteligencia delictiva, la participación comunitaria, el apoyo a la investigación y una legislación efectiva y adecuada a la realidad. Y, tal vez lo más revolucionario, que Argentina impulse un Tribunal Penal sudamericano.
En definitiva, debemos hacer un llamado a la acción. Un llamado para detener la violencia, el consumo y la propagación del narcotráfico. La comunidad nacional en su conjunto debe cooperar para enfrentar este desafío y cambiar el rumbo de una realidad que amenaza con consumirlo todo. Es hora de mirar hacia adelante, de constituir un futuro mejor y de romper las cadenas que nos atan a este presente sombrío. El futuro está en nuestras manos y es nuestra responsabilidad asegurarnos de que sea uno de esperanza y progreso para todas las personas humanas que quieran habitar nuestra querida Provincia de Buenos Aires. (Autor: Luis Gotte, D.N.I. 20041255)
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