Con voz firme y convicción, acodado en una pila de bombachas de campo, uno sus tantos productos, apoyada sobre el centenario mostrador de su comercio, Julio Verba repasa la historia de “Casa Verba” donde su padre pasó de empleado a dueño y que, él continúa hasta la actualidad junto a su tocayo, Julio Pinto.
A Verba la herencia le marcó el futuro del trabajo. “Un día mi papá pasó por acá buscando trabajo, preguntó y se lo dieron, pero, podría haber sido un taller y hubiera sido mecánico”, recuerda el hombre que se considera más comerciante que obrero, sobre cómo arrancó a transitar el camino de una marca registrada como es “Casa Verba”, negocio que no tiene cartel a la calle pero todo casarense sabe dónde queda y encuentra productos variados y de calidad.
“Me crié acá, continúo en el mercado de mi padre”, narra el reconocido vecino sobre el negocio que nació a principios del siglo pasado. Su padre ingresó como empleado en la década de 1920 y, cuando su patrón emigró a Buenos Aires quedó al mando del local que y hoy desde hace años mantiene con las puertas abiertas Julio.
“Me gusta el contacto con la gente, el trato con el público. Trabajar algo sé, ya que, he aprendido más a comercializar que a trabajar”, expone risueño y rememora que su padre sí, “era más talabartero de oficio y yo me incliné más hacia lo comercial”, aunque también reconoce que los tiempos cambiaron y si bien no hay carruajes como antaño, sí la vida de campo todavía lleva a que la gente ande a caballo deportivamente o por trabajo, en clara referencia a que sus productos siguen siendo consumidos por el sector social que se dedica a mencionadas actividades.
Por eso, “siempre tenemos que adaptarnos a los tiempos y a las circunstancias, sumando rubros y acomodándonos a lo que la gente va necesitando”, argumenta y enumera que amplió su catálogo a cuchillería, cintos, alpargatas, artículos de pesca, ropa y calzado de trabajo, entre otros para complementar y brindarle más al cliente para tratar de ubicándose en el tiempo.
En ese proceso de adaptación a los tiempos, Verba no titubea y afirma que los precios también varían rápidamente, por lo que “en estos 40,50 años todos los días remarcamos, ya que hay que estar actualizados continuamente”.
“Cuando empezó ‘Huella de Fortines’ hace 25 años todavía quedaban muchos carreros y repartidores de soda y leche que hoy no existen más como trabajo, pero sí, han quedado algunas personas que desfilan, o los de la misma Huella y sí o sí en época de inundación sin un caballo no se puede pasar” por ciertos lugares, y ahí “sigo siendo un comercio necesario a visitar”.
Con la nota avanzada, Julio no se inclina por una labor en particular de su negocio, ya que, “me gusta todo y, uno es conversador, y cada cliente tiene un tema distinto del cual hablar, lo que más me gusta es el diálogo con la gente; uno le pone una cuota de buen humor tratando de atender lo mejor posible”.
En este sentido, afirma que la respuesta del consumidor es siempre buena. “Al cliente siempre hay que atenderlo bien vendiendo buenos productos, y si tiene algún problema se lo cambia o se le devuelve otro, hay que respetarlo”.
Por otro lado, vale recordar que la iniciativa de la institución con estas visitas al socio busca seguir conociendo y escuchándolos para seguir mejorando. En este sentido, Verba marca que “estos últimos años la Cámara ha cambiado totalmente”, califica y grafica al decir “en cuanto a la atención al público, el servicio del salón, que es espectacular, está trabajando bien”.
Y no dejó de pasar la oportunidad para agradecer, felicitar y pedir que “la fiesta de las colectividades tiene que seguir, ha sido un acierto”.
Asimismo, hablando de eventos, trae al presente que fue la entidad que reflotó la Fiesta Nacional del Girasol cuando había dejado de hacerse. “Recuerdo cuando la recuperó y la siguió, además del aporte a la educación también que hace la entidad con mucho esfuerzo colaborando con muchas instituciones, y mucha gente se olvida de eso, pero, la Cámara cuando tiene que ayudar está y seguirá estando seguro”.
Por último y para nada menor, marcó que la Cámara siempre está al lado del comerciante, razón más que suficiente para decir “me siento representado por la actividad que realiza la Cámara”.
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