Con mejores precios de los granos, menor valor de la urea y un buen perfil de humedad, Fertilizar AC proyectó un incremento en la aplicación de nutrientes para lograr una mayor productividad del cultivo que redunde a su vez en alimentos de mayor calidad.
Fertilizar Asociación Civil, que este año celebra su 30° aniversario, presentó las perspectivas para la campaña de trigo 2024-25 con una mirada optimista en cuanto a la inversión para la aplicación de nutrientes, apuntando a una mayor producción del cereal y a una mejor calidad del grano.
La gerente ejecutiva de la entidad, María Fernanda González Sanjuan, alertó que la producción primaria suele enfocarse en alcanzar un alto volumen de cosecha “olvidando que la forma en que trabaja sus cultivos hoy impacta en los alimentos de mañana. Para producir importa tanto la cantidad como la calidad”.
Respecto de las perspectivas para esta campaña que está próxima a iniciarse, el presidente de Fertilizar AC, Roberto Rotondaro, puntualizó las cuestiones que hacen favorable la siembra de trigo. En primer lugar, las lluvias abundantes de abril que dejaron un muy buen perfil de humedad en los suelos y “van a asegurar un ‘piso’ de rendimiento”. Por eso afirmamos que “si hay agua, hay mayor oportunidad”.
Las otras razones son las económicas: un mejor precio del grano y una baja importante del valor de la urea, principal fuente de nitrógeno, el nutriente clave para los cereales de invierno. “El nitrógeno tiene un valor algo más bajo del promedio de los últimos 10 años”. Por su parte, el segundo nutriente en importancia para el trigo, el fósforo, presenta una relación insumo-producto (kilos de granos que se necesita para comprar 1 kg de fertilizante) que obligará al productor a realizar análisis de suelo para poder “ajustar muy bien la dosis a aplicar”.
Si bien los números económicos los tiene que hacer cada productor en cada región y situación, Rotondaro comentó que los márgenes agrícolas son favorables esta próxima campaña para la secuencia trigo-soja.
Además, el directivo se refirió a las proyecciones de la industria, indicando que, según las primeras estimaciones de la asociación, el consumo de fertilizantes podría crecer este año entre un 10 a 11 por ciento llegando a 5.2 millones de toneladas, más de 500.000 toneladas más que el año 2023.
Producir pensando en alcanzar la eficiencia
La presentación se centró en las perspectivas para la campaña de trigo y el nuevo responsable técnico de Fertilizar AC, Esteban Ciarlo, profesor de Edafología de la FAUBA, habló sobre las recomendaciones para el manejo de la nutrición en el cultivo de trigo poniendo foco en las eficiencias del uso del agua y del nitrógeno. Aseguró que “la productividad del trigo requiere de la aplicación de nutrientes”, y propuso a los productores “mirar más allá del volumen de producción” para enfocarse en la “eficiencia en el uso de los recursos”.
En este orden, Ciarlo advirtió que, por la pérdida de nutrientes del suelo, la producción argentina de trigo tiene una brecha de rendimientos de hasta 2 toneladas por hectárea. “Eso representa un lucro cesante de 2 de cada 3 camiones”.
En el caso del cereal, el nutriente principal es el nitrógeno, seguido por el fósforo, pero también hay respuestas a las aplicaciones de azufre y zinc. “Para achicar la brecha faltaría aplicar +72 kilos de nitrógeno, +10 de fósforo y +20 de azufre”, indicó. “El suelo ya no puede poner la diferencia de brecha”.
Ciarlo aseguró que “la fertilización también estabiliza los rendimientos” y hace más eficiente el uso del agua (EUA), medida en los kilos de granos que se producen por cada milímetro de agua. “Se piensa que cuando no llueve no hay que fertilizar, pero sí, porque dosis crecientes de N contribuyen a aumentar la EUA”.
Por último, el especialista sostuvo que la fertilización colabora en la sostenibilidad del sistema porque contribuye al secuestro de carbono; disminuye la presión de la agricultura sobre ambientes marginales (evitando desmontes) y es clave en la reposición de nutrientes.
Por qué apuntar a la calidad
Por su parte, la Dra. Gabriela Abeledo, de la cátedra de Cereales de la FAUBA y del Conicet, contó la importancia de realizar un cultivo de calidad para las diferentes etapas de la elaboración de alimentos: calidad para la producción de grano, para la comercialización y para la industrialización.
“Decir proteína en grano –dijo- es sinónimo de nitrógeno (N)” y tiene “dos ‘moduladores’: el cultivar (genética de la semilla) y el ambiente”. Sobre este último ilustró que “la disponibilidad de N que tendrá el cultivo es un gran regulador de la cantidad de proteína que tendrá el grano”.
Abeledo señaló que “la industria panadera demanda altos porcentajes de proteína” y que la bonifica con sobreprecios de 2% (cuando el grano contiene más de 11%) o la penaliza (cuando mide menos de 10%).
Finalmente enfatizó que la secuencia de altos rindes y alta proteína en grano “se logra siempre con alta disponibilidad de N en suelo, ya sea nativo o como fertilizante”.
Ejemplos de uso de calidad de grano transformado en harina, los dio el chef de Tutto Tano, Emiliano López, al mostrar cómo realizaban las pizzas de estilo napolitano (las que tienen el cornicione o “borde”) para las que usan harina “de fuerza” que contiene una proporción elevada de proteína –entre 12% y 14%-, y cómo los papardelle, fideos muy anchos que se amasan con semolín, harina que se obtiene del trigo “duro”, es decir con alto contenido de gluten. En el encuentro, se pudieron degustar platos a base de harina de trigo como trofie al pesto Tutto Tano, papardelle con crema trufada y malfatti con pomodoro.
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