La planificación agrícola, algo más que una guía para lograr mayores niveles de rentabilidad.
En un sector donde los márgenes son cada vez más ajustados, es clave la incorporación de nuevas herramientas —en calidad y cantidad— para lograr que la producción a campo alcance los mayores niveles de rentabilidad, a partir de la posibilidad de la anticipación de diferentes escenarios.
“La planificación agrícola es la guía de la empresa, ya que implementa un proceso de mejora continua a través del seguimiento de eventuales desvíos, y además, genera una retroalimentación virtuosa”, dijo el contador Carlos De Francesco, consultor de negocios agropecuarios, con más de 15 años de experiencia trabajando en gestión de empresas del sector, durante un webinar organizado por Albor recientemente.
“¿Por qué es tan importante? Las razones son varias, pero básicamente porque nos obliga a definir un objetivo claro. El análisis de los diferentes escenarios permite la elección de la mejor opción para cada empresa, que generalmente es la más rentable, pero podría ser otra, dependiendo de cada empresa, si no tengo tanto dinero, dentro de las opciones elegiré alguna de las que menos invierta, pero la que me ofrezca la mayor renta dentro de ellas”, añadió.
Otras de las alternativas es que permite precisar en forma anticipada los recursos necesarios (demanda de insumos y servicios) y, por lo tanto, obtener mejores precios de costos. “Si sé cuántos insumos voy a necesitar puedo salir a hacer compras anticipadas y a un precio mejor. Y esas acciones de precampaña también pueden ser de servicios, porque puedo contratar los mismos (pulverizaciones, Fertilizaciones, cosechas, etc.) desde el inicio y cerrar el precio en ese momento”, explicó.
De Francesco dijo que la producción planificada permite proyectar ventas, ya que “si a alguien le gusta cubrirse, o vender en forma anticipada cierto porcentaje de lo que va a producir, lo podrá hacer. Asimismo, dispondrá de cash flow (flujo de caja o tesorería) proyectado a los fines de analizar riesgos financieros del negocio”.
En este sentido, con la herramienta de gestión Albor Campo se trabaja respecto de ítems clave para una adecuada planificación agrícola, como ser:
• Demandas de insumos; esto es, cuánto y en qué momento se necesitará, en todos los casos valorizados en pesos y en dólares y de servicios, con el mismo esquema; es decir, cuántos y en qué momento se van a requerir.
• Con la producción planificada se puede saber cuánto se producirá y, a su vez, cuántas toneladas involucrará a cada actividad.
• A través de los márgenes brutos proyectados para distintos escenarios se podrán comparar la rentabilidad, la inversión y el resultado, para posteriormente, elegir el más adecuado, así como uno de los puntos vitales: la rentabilidad proyectada.
• Con el análisis de sensibilidad se tendrán precisiones y eventuales consecuencias si el precio o el rinde varían en más o menos, y al mismo tiempo pueden ver la mejor y la peor opción de los distintos escenarios futuros.
• Con el cash flow proyectado podemos saber los momentos exactos de las necesidades de dinero, lo cual es muy importante para un negocio que es riesgoso desde lo financiero.
“¿Qué es planificar? Siempre cito una frase que me gusta: ‘El que no sabe dónde va, no llega a ninguna parte’. En otras palabras, es un proceso de toma de decisiones para alcanzar un objetivo deseado en el futuro. Está claro que, teniendo en cuenta la situación actual, factores internos y externos que influyen en ese objetivo, pero siempre nos proponemos alcanzar un futuro deseado”, aseguró De Francesco, quien es partner oficial de Albor.
“Más allá de las cuestiones económicas, también debemos considerar el riesgo climático, que es uno de los aspectos de mayor incidencia en la producción agrícola. En este sentido debemos asumir qué vamos a tener desvíos sobre lo planificado y la clave es gestionar esos desvíos sin dejarlos pasar. Para gestionar estos desvíos la clave es establecer la instancia de revisión para detectar los mismos, analizarlos, retroalimentarme y realinearme hacia lo que oportunamente había planificado”, agregó.
“¿Qué pasa si no establezco las instancias de revisión? Pues si tengo un plan determinado y solo lo ejecuto sin realizar ningún control sobre el mismo hasta que finalice, lo único que estaré haciendo es ver lo que pasó, porque, para eventuales correcciones, ya llegué tarde, pues todo terminó. De ahí la importancia de contar con revisiones en momentos anteriores al final”, sostuvo.
También dijo el consultor que la medición de los desvíos en las instancias de revisión y la retroalimentación permiten acceder a un circuito de mejora continua en beneficio de los objetivos de la empresa. Asimismo, destacó otro aspecto vital de la planificación: el plan de siembra. “Más allá del número de hectáreas, las preguntas son: ¿Qué queremos sembrar? ¿Dónde y cómo? Determinados estos puntos, vamos a ver cuáles son las cantidades y el precio de factores como las labores y los servicios, con sus precios. También estimaremos el rinde, su precio, y hay que tener en cuenta los gastos comerciales como fletes, comisiones, etc., los gastos de acondicionamiento como secada, zaranda, paritarias, etc. y otros gastos como arrendamientos”.
A los efectos de una mayor comprensión, Pablo Dumondin, implementador de Albor Campo, compartió en el webinar todas las herramientas de la receta técnica productiva para la planificación agrícola a partir de los protocolos indispensables para un correcto desarrollo. La simulación de carga se realiza a partir del menú de Presupuesto Agrícola.
“El mejor presupuesto puede ser el de más renta, o el que invierta menos porque no tengo dinero, o el que tenga menos riesgos. Dependerá de cada empresa, pero a partir de alternativas y escenarios puedo determinar cuál es el que más me conviene”, dijo Dumondin.
“Con distintos presupuestos empezamos a planear 300 hectáreas de soja en el sur de Córdoba; 500 has. en el norte de la misma provincia y 700 has. en Santiago del Estero. Los escenarios pueden ser uno, dos o más, por que después podré elegir uno posible. Planteo uno con mucha soja y poco maíz; alguno al revés y evalúo: ¿Cuál me da mejor resultado? ¿Cuál tiene menos inversión? Los voy evaluando y sumo: ¿Qué pasa si hay un año El Niño? ¿Y si es La Niña? Y elegiré uno de ellos. Con anterioridad, deberé fijar las reglas financieras de cada escenario porque las variantes pueden ser muchas”, aclaró De Francesco.
“Definidos los escenarios y las reglas financieras, hay que considerar que en todo negocio agrícola la inversión es al principio y que recién la cosechamos al final. Es decir, en este negocio, todo el gasto está en el inicio y la cosecha y el ingreso cuando se termina. Si uno no lo maneja bien financieramente podrá tener un negocio con buen resultado y buena renta, pero podría quebrar de todos modos”, comentó.
Respecto de la moneda de carga en el sistema de Albor Campo, indicó que se puede realizar con la que el administrador decida. “Es un sistema contable bimonetario, es decir se hace contabilidad en dos monedas: generalmente se usa la moneda fiscal del país, ya sea para Argentina, Uruguay (peso) o Paraguay (guaraní) y en dólares. Después podemos convertir a cualquier otra moneda. Puede ser a euro, por ejemplo, pero en la presupuestación se verá que lo podemos realizar en pesos y en dólares”.
Finalmente, De Francesco señaló: “Ahora contamos con un plan que nos marca un objetivo. Y esta guía es un parámetro de comparación entre lo que se ejecutará y lo que habíamos planificado. Y por eso decimos, sencillamente, que la planificación agrícola sirve para guiarnos por el camino correcto”.
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