“Todavía creo en los gestos de amor. En guardar los celulares y mirarse a los ojos. En un desayuno en la cama con aroma a café. En los almuerzos y cenas compartidas en familia, las charlas sobre cómo fue tu día y donde el televisor este apagado.
Creo en la posibilidad de encontrarnos, de demorarnos un rato en el tiempo, de no dejar entrar el vértigo de nuestros días. En recuperar el diálogo después de la cena, en sentarnos en la vereda y reunirnos con nuestros vecinos, aprender a vivir en comunidad, hermanados. En la solidaridad, donde no nos sea indiferente lo que le pasa al otro. Creo en la posibilidad de dejar a un costado cualquier diferencia, mezquindades y que todos juntos como sociedad podamos acompañar, cuidar, sobre todo escuchar a nuestros niños y jóvenes que a su forma se expresan y tenemos que estar mas atentos, no minimizar lo que les pasa, quitarle importancia porque lo que le pasa a un joven es tan importante como lo que le pasa a un adulto, los adolescentes se angustian, sufren, se enojan, frustran, tiene la necesidad de ser escuchados, vistos, tenidos en cuenta, que los incluyamos no excluyamos en nuestras decisiones y esto involucra no solo a la familia sino también a cada uno de nosotros que formamos parte de esta ciudad y tenemos responsabilidad sobre lo que sucede, dejemos de mirar para el costado y hagámonos cargo cada uno desde nuestro lugar, involucrémonos, trabajemos en prevención, en forma conjunta cada institución.
Quiero que dejemos de lamentar la perdida de tantos jóvenes, que solo se visibilice el suicidio, temas de salud mental cuando suceden hechos tan tristes como el sucedido estos días; Que la salud mental sea eje central de quienes nos representan a nivel municipal y nacional, que tengamos un servicio de salud mental en el hospital como nos merecemos, funcionando con admisiones para pacientes que requieran tratamiento, espacios de atención psicológica y psiquiatra, para trabajar de forma grupal, pero para todo esto se requiere decisión e inversión, entender cuáles son las prioridades.
Creo en una política cercana a los problemas de cada uno, que camine los barrios, en psicólogos, médicos que dejemos la comodidad de nuestros consultorios para trabajar en y con la comunidad.
Creo en un mundo mejor. Contra todos los pronósticos y las utopías derrotadas, contra la crueldad y las miserias humanas, contra la indiferencia frente a dolor humano, las guerras. Creo en un mundo con más humanidad. En árboles que respiren, en océanos transparentes, en desiertos de agua fresca. En la bondad en los corazones de los seres humanos.
Creo en la risa de los amigos, en los abrazos que aprietan, en los corazones que laten de verdad. En los relojes apagados, en espaldas para apoyarnos.
Sí. Creo en los seres humanos, en el amor. No permitamos que nadie nos robe la esperanza, que nos quiten los sueños, que nuestros hijos y nuestros nietos se queden sin futuro.
Vamos a detenernos para caminar más despacio, contemplar la vida y que no se pase tan rápido, a poner en practica la gratitud en las cosas pequeñas, sencillas que ahi es donde está la felicidad y alegría de nuestra alma, como tomar unos mates con nuestros padres, hijos, una salida familiar, una reunión de amigos, y sobre todo la gratitud por estar vivos que es el mayor regalo que podemos tener la vida”.
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