Campaña atravesada por el agua: Escasa siembra de finas y un giro forzado hacia la gruesa tardía

Excesos hídricos, baja superficie sembrada y precios deprimidos marcaron una de las campañas de trigo más difíciles de los últimos años en Carlos Casares y la región. Mientras los rindes fueron buenos en los pocos lotes que se lograron implantar, la rentabilidad quedó condicionada por la escasa área sembrada, la pérdida de calidad y un mercado con valores a la baja. De cara a la gruesa, el panorama muestra un fuerte corrimiento hacia maíz y soja tardíos, con un crecimiento significativo del maíz para silaje.

La campaña de cultivos de fina 2025/26 dejó un balance claramente negativo en el partido de Carlos Casares y gran parte del centro-oeste bonaerense, principalmente como consecuencia de los excesos hídricos registrados desde la salida del verano y durante gran parte del otoño. Así lo explicó el ingeniero agrónomo Juan Pablo Yaquinta, miembro de AApresid e integrante de la firma Tomás Hnos., al realizar un análisis detallado del escenario productivo actual.

Según detalló el profesional, la superficie implantada con cultivos de invierno fue extraordinariamente baja, alcanzando en muchos sectores menos del 10% del área histórica, y con estimaciones generales que indican que no se habría sembrado más del 20% de la fina habitual en el partido. “No se ven lotes de trigo ni movimiento de cosecha. Eso habla por sí solo de lo poco que se pudo hacer”, señaló.

El principal condicionante fue el exceso de lluvias, que no solo dificultó el tránsito por caminos rurales, sino que también complicó seriamente la cosecha de gruesa anterior y retrasó o impidió la implantación de los cultivos de invierno. Solo en una breve “ventana” climática se logró sembrar algo de fina, mayormente en lotes altos y con mejor acceso, predominando el trigo por sobre la cebada.

Rindes dispares y calidad comprometida

En cuanto a los rendimientos, Yaquinta explicó que los resultados fueron muy contrastantes. En los lotes que no sufrieron anegamientos, los rindes fueron muy buenos, con promedios de 55 a 60 quintales por hectárea, e incluso superiores. Sin embargo, en aquellos sectores donde el agua avanzó y provocó encharcamientos, el rendimiento efectivo cayó de manera significativa al considerar la superficie realmente cosechada.

A esto se sumó un factor clave: la calidad del grano. “Los altos rindes vinieron acompañados de baja proteína, poco gluten y pH bajo. Es una combinación que se repite cuando hay mucho rendimiento y años muy lluviosos”, explicó. En ese sentido, remarcó que el mayor volumen no logra compensar la mala calidad, especialmente en un contexto de precios deprimidos.

El valor del trigo, tanto por la sobreoferta nacional, con estimaciones cercanas a 24 o 25 millones de toneladas, como por la baja de los precios internacionales, terminó de ajustar los márgenes. “El negocio de la fina no fue lo que se esperaba. Aun con rindes altos, los números quedan muy finos para el productor”, resumió.

Gruesa tardía y cambio de estrategia

De cara a la campaña de gruesa, el panorama también se vio profundamente alterado por el clima. En una región históricamente asociada al maíz temprano, este año la ecuación se dio vuelta: predominó el maíz tardío, con muy poca superficie sembrada en fecha temprana y algunos casos intermedios.

A medida que el agua fue retirándose de los lotes y mejoraron los accesos, los productores avanzaron con la siembra, incluso proyectándose hasta fines de diciembre e inicios de enero. En este contexto, Yaquinta indicó que crecerá la superficie de soja en detrimento del maíz, especialmente del temprano, consolidándose una relación con más soja y más maíz tardío.

También se observó una fuerte caída en la superficie de girasol, cultivo que no tolera bien los retrasos en la fecha de siembra y pierde rápidamente potencial de rendimiento fuera de su ventana óptima.

Más maíz para silaje y respaldo a la ganadería

Un dato destacado de la campaña es el fuerte incremento del maíz destinado a silaje. Según Yaquinta, se sembraron muchísimas hectáreas para picado, tanto en maíz temprano como, especialmente, en maíz tardío. Esta tendencia responde a la necesidad de recomponer reservas forrajeras tras campañas complicadas y a un mejor momento del negocio ganadero, que incentiva a los productores a asegurar alimento y estabilidad productiva.

“La superficie de maíz para silaje viene creciendo año tras año, y esta campaña no será la excepción. Es una respuesta clara del productor para ganar seguridad y productividad en la ganadería”, concluyó.

De este modo, la campaña 2025/26 queda marcada por un escenario complejo, donde el clima impuso límites severos, obligó a replantear estrategias y dejó en evidencia, una vez más, la fragilidad de los márgenes productivos frente a los vaivenes climáticos y del mercado.

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