Las lluvias frenaron el deterioro de los cultivos, pero el daño sobre los rindes ya estaba hecho

Los reportes de las Bolsas confirman que la condición hídrica mejoró notoriamente, pero que la sequía de tres semanas y la ola de calor causaron perjuicios que no se revertirán con las últimas lluvias.

Los pluviómetros que mostraron los datos de las últimas lluvias se pueden mirar medios llenos o medios vacíos en relación a su impacto en la campaña agrícola 2023/24 que está en pleno desarrollo.

Como es usual, las Bolsas de Cereales de Buenos Aires y de Comercio de Rosario publicaron sus reportes semanales, en los que analizan la situación de los cultivos, y de los mismos se desprende que hay razones tanto para ser optimista como para lamentarse.

¿La buena? Lógicamente, el alto caudal de precipitaciones ocurrido durante Carnaval permitió frenar el deterioro de los cultivos y en muchos casos recuperar cuadros que, si continuaba la falta de agua y las altas temperaturas, iban a terminar perdiéndose.

¿La mala? La ola de calor y las tres semanas de sequía hicieron un daño irreversible en los rindes potenciales y por eso, muchos lotes que apuntaban a rendimientos muy buenos, apenas estarán en torno a los promedios históricos.

Las lluvias y la soja

Al hablar sobre la soja, en su Panorama Agrícola Semanal (PAS), la Bolsa de Cereales de Buenos Aires es la que destaca el impacto favorable de las lluvias.

 “Lluvias ocurridas sobre una amplia porción del área agrícola en la última semana mejoran la condición hídrica y de cultivo. Las mismas encontraron al 48,6 % de los cuadros a nivel nacional entre inicio de floración y formación de vainas, y un 12,9 % iniciando el llenado de grano, concentrado en ambos núcleos y el Centro-Norte de Santa Fe”, refleja la entidad porteña.

Uno de los datos positivos, en este contexto, es que “la condición hídrica Óptima/Adecuada ha tenido un incremento de 13 puntos porcentuales” y que “luego del impacto de la ola de calor, con la mejora en la oferta de humedad del suelo, tanto las siembras tempranas que transitan el período de definición de rendimiento, como los planteos de segunda que han sufrido pérdidas sobre el stand de plantas, reflejan una mejora en la condición de cultivo Normal/Excelente de 14,6 puntos porcentuales”.

Por su parte, la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR subraya que las lluvias, si bien llegaron tarde para recuperar chauchas, fueron “muy importantes”, con acumulados entre 60 y 170 milímetros en la zona núcleo, que “le han puesto un paracaídas a la caída en la condición del cultivo” y “también son claves para el llenado de granos en soja de primera”.

Incluso, “los técnicos señalan que, con lo que llovió, ya le alcanza para terminar el ciclo”, añade el informe.

 “El cambio en las reservas de suelos es total: de predominar áreas en sequía y escasez una semana atrás, a niveles óptimos en los sectores centro y noreste, con núcleos de exceso en Santa Fe y este de Córdoba”, completa.

Del mismo modo, en sojas de segunda los lotes en estado malo y regular disminuyeron 20 puntos porcentuales y ahora constituyen solo el 30% del cultivo, mientras que aumentaron los cuadros en buenas condiciones, totalizando un 60%; y se mantiene en un 10% el área en muy buenas condiciones.

Los rindes, dañados

Sin embargo, el costado negativo es que los techos que se pensaba explorar, ya no serán alcanzables. “Un mes atrás esperábamos 50 quintales, ahora 37 a 38”, grafican, por ejemplo, técnicos de Pergamino.

La GEA lamentó que, a pesar de las importantes lluvias, se va confirmando un horizonte de pérdidas de 20 a 30% del potencial de la soja en la región núcleo, con Pergamino como una de las zonas más castigadas junto al sur de Rosario.

 “La gran ola de calor tuvo un efecto en daños mayor al esperable por varios factores: fue muy larga, muy intensa, sin napas o reservas de agua en los niveles profundos del suelo y agarró a la soja con un gran desarrollo vegetativo y en etapas sensibles del período crítico”, explica el documento.

Y agrega: “El calor mató plantas, hizo perder un gran número de chauchas. Con el diario del lunes, analizamos que tendríamos que haber sido mucho más defensivos, sembrando grupos muy largos y después del 15 de noviembre para sortear la ola de calor”.

Las lluvias y el maíz

Con respecto al maíz, la Bolsa de Buenos Aires dio por finalizada la siembra, con una superficie que cerró en 7,2 millones de hectáreas, a la vez que comenzaron a reportarse las primeras cosechas de planteos tempranos.

En este marco, también fue optimista en que “el volumen y la amplia distribución de las precipitaciones ocurridas durante los últimos siete días han mejorado sustancialmente la situación hídrica nacional, estimando una mejora de 13,3 puntos porcentuales en la condición Óptima/Adecuada del cereal”.

No obstante, la entidad porteña también reconoce: “Los golpes de calor sufridos semanas atrás han dejado consecuencias”.

En concreto, hacia la región central del país, las siembras atrasadas de noviembre son las más perjudicadas, debido a que el inicio del período crítico se dio bajo condiciones de estrés térmico e hídrico.

En cambio, en términos generales, las siembras tempranas en el centro no habrían sufrido impactos importantes en su potencial de rendimiento, aunque se reportan pérdidas en el sur del área agrícola.

La Bolsa rosarina, por su parte, también muestra un panorama que incluye tanto buenas como malas noticias.

Por ejemplo, cita que hace una semana había 51.000 hectáreas de maíces tardíos comprometidas por la intensa ola de calor, pero las lluvias llegaron justo en aquellos lotes que comenzaban a florecer. Así, en zonas como Carlos Pellegrini y Cañada de Gómez, se podrían alcanzar entre 90 y 100 quintales por hectárea.

Sin embrago, en otros territorios, como María Susana, las lluvias no alcanzaron a reponer al cultivo y estiman una pérdida del 15%.

En el noreste de Buenos Aires, los maíces tardíos están en muy buenas condiciones. Pero los de segunda están de regulares a malos. En cuanto al maíz temprano, el rinde está prácticamente definido y las lluvias permitirán completar el llenado de granos.

 “Se calcula que la cosecha arranque la primera semana de marzo. En el centro sur de Santa Fe superaría 100 qq/ha. En el sur provincial, los rindes estarían entre 95 a 120 qq/ha, según la calidad de lote. Hacia el sudeste de Santa Fe, entre Aldao y Figuera, el calor arrebató todo: ‘Hubo un efecto secado que nunca vimos. Hay lotes que crujían como el año pasado al caminarlos. Se esperaban rindes de 100 a 110 qq/ha; ahora, entre 80 a 90 qq/ha’”, cierra el relevamiento de la GEA. Por Infocampo

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