La clave para asegurar el éxito en el maíz 23/24 estará en ajustar fecha de siembra en base a agua útil y aceitar fertilización.
Las expectativas de la nueva campaña 2023/2024 son alentadoras gracias al pronóstico de un año húmedo. Sin embargo, “el Niño” aún no llega, y la disponibilidad hídrica en el suelo es motivo de gran preocupación. En su paso por Agenda Aapresid, los especialistas Gustavo Ferraris (INTA) y Pablo Bollatti (Agro Sustentable) comentaron las claves para afrontar los desafíos de esta nueva campaña de maíz que ya está en marcha.
¿Cómo está el tanque de agua de los suelos?
La cantidad de agua útil en el suelo influye en la planificación del cultivo de maíz, al determinar la elección del híbrido, la fecha y densidad de siembra. Bolatti comentó que en años donde hay muchas dudas sobre la disponibilidad de agua en el suelo, medir el agua útil al menos diez días antes de la siembra es fundamental.
En la zona de Marcos Juárez, en algunos perfiles midieron un nivel crítico de sequía cercanos o inferiores al punto de marchitez permanente, necesitando lluvias mayores a 60 milímetros durante septiembre para pensar en sembrar. “En situaciones sin recargas significativas antes de la siembra, se debería optar por retrasar la siembra, o pasar a un maíz tardío”, apuntó.
Otro punto clave según Bollatti es conservar el agua durante el barbecho y en los cultivos de servicios, incluso sacrificando materia seca con secado anticipado para no afectar el rinde del cultivo de renta.
Aumentar la eficiencia en la fertilización
Por su parte, Ferraris destacó que cuando existe un abastecimiento hídrico adecuado los nutrientes son la principal limitante a la productividad. Esperando un “año Niño”, el especialista comentó la importancia de medir la cantidad de nitrógeno (N) disponible, no solo como nitratos, sino también considerar la fracción orgánica que se mineralizará durante esta campaña.
“Puede existir en muchos campos un remanente involuntario de fertilidad, especialmente aquellos en que los cultivos de trigo/soja fueron bien fertilizados, pero tuvieron rendimientos muy bajos. Esto significa la posibilidad de reducir las necesidades de fertilización” comentó.
A su vez, comentó que la fertilización dividida -parte al inicio y otra parte cuando el cultivo tiene de tres a seis hojas- es una opción muy eficaz. Reservar parte del N para aplicaciones posteriores permite ajustar la dosis, teniendo en cuenta que un año húmedo podría elevar el rendimiento potencial estimado al momento de siembra.
De la misma manera, rotaciones intensivas, con mayor cantidad de raíces vivas durante todo el año son muy interesantes a la hora de recuperar los nutrientes en el suelo. No sólo el nitrógeno, sino otros nutrientes como el fósforo, azufre y micronutrientes como el zinc y el boro.
En conclusión, ambos especialistas concuerdan que en la próxima campaña la gestión del agua y la planificación adecuada serán indispensables para obtener buenos rendimientos en el cultivo de maíz. (Prensa AAPRESID)
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