Asevera Gladys Magnoni, creadora de Impacto, la tienda que lleva más de 3 décadas con las puertas abiertas al público. “En mis años de comerciante siempre me sentí respaldada por la Cámara”. Es la historia del comercio que nació en 1992 y sigue adelante vistiendo a generaciones de casarenses.
Un 19 de septiembre de 1992, Impacto, abrió sus puertas en avenida San Martín. Allí estuvo por casi 20 años; la historia siguió en la misma avenida, pero, en la vereda de enfrente, “luego llevé el comercio a mi casa por cinco, seis años y ahora nos instalamos en avenida Maya (y Alvarado)”, repasa Gladys Magnoni.
Su decisión de emprender algo era firme pero no sabía qué, hasta que surgió el proyecto de poner una tienda de ropa. “Estoy feliz, muy contenta del proyecto que comenzó y sigue siendo familiar, con la ayuda muy importante de mi hija Luciana y mi esposo que me lleva y trae a Capital a comprar”.
“Estar en el mundo de la moda es hermoso. Han pasado 31 años y estoy feliz con lo que he logrado”, dice al tiempo que rememora, y cuenta, que “cuando con mi marido estábamos analizando en qué emprender, una editorial muy importante nos había ofrecido la venta de libros de colección, académicos y, finalmente no aceptamos”.
Algo le decía internamente que debía tomar otro camino, y no se equivocó. “Fuimos por la tienda de ropa porque mi mamá fue modista de toda la vida; me crié viendo cómo cosía, hacía
trajes y vestía a las mujeres. Creo que ese fue el motivo que me impulsó a estar, y emprender en el mundo de la moda. Me gustó y me sigue gustando día a día”, explica y confiesa.
De entonces a hoy han pasado ya 31 temporadas. Muchas son las historias que van quedando en la memoria, en general todas lindas.
“Recuerdo que por aquellos años entraba alguien a mi local que se iba a casar, y venía buscar su traje, su atuendo para el Registro Civil; era todo un acontecimiento vestir desde la chica que se casaba, hasta la mamá, la hermana”, añora.
Y sigue adelante contando que “con el tiempo aparece la hija de 15 años que viene a vestirse, después esa niña se casa y hoy estoy recibiendo a sus hijas que vienen a buscar su vestido para una fiesta de 15; realmente son tres generaciones que se fueron vistiendo en Impacto y me genera mucho orgullo”.
Entre dichas historias siempre aparece alguien que, cuenta Gladys, “viene y me dice que todavía tiene el traje que me compró hace años; eso habla de la calidad de la ropa, del buen gusto.
La gente recuerda y la sigue usando”.
Entre relatos y mates…
¿Cómo comienza la elección de la ropa?
“Cuando alguien entra al local, lo primero que pregunto es qué evento tiene para empezar a vestirla. A partir de ahí, y acorde a su personalidad y su cuerpo vamos buscando y armando los trajes, conjuntos, y que sea algo que después se pueda seguir usando y combinándolo con otra ropa”.
¿Cómo te reinventas a lo largo de los años con las crisis de la historia Argentina, además del apoyo familiar, el gusto por la moda, cómo te sustentas, porque la gente se viste con lo indispensable, a veces hace más esfuerzo pero las ventas no siempre son iguales?
“En 30 años he pasado distintas situaciones económicas del país, distintos gobiernos. Hoy por hoy y, desde hace algunos años se está volviendo cada vez más difícil. Es achicar cada vez más los costos para que todos podamos seguir, pero cuesta muchísimo”.
¿Cómo manejas esas situaciones?
“Es frustrante porque es llegar con la mercadería y estar mirando qué me envían los proveedores; llego de Buenos Aires y al otro día ya hay nuevos aumentos; cuesta muchísimo tener que volcarlo a la ropa por varias razones. Trato de sostener los precios; a veces, primero me los preguntan por redes sociales, y después visitan el local”, grafica sobre cómo van variando las formas que ofrece la tecnología de llegar al producto, en este caso, a la ropa de su comercio.
“La gente sabe que los precios suben pero para mí es terrible, me pone mal los aumentos disparatados, y no me hace sentir cómoda en algo que me gusta tanto como es la tienda que lo hago desde hace años y tengo ganas de seguir”.
¿Dudó en cambiar de rubro?
“En algún momento sí. No sé si de parar, de cerrar, de esperar, pero en el mundo de la moda es muy difícil cerrar y decir esto si no lo vendo hoy lo vendo el mes que viene; entonces es seguir, y si se pierde se pierde o no se gana lo que uno piensa, se gana nada y a veces ni siquiera el costo de la prenda.
Lo pensé y charlé con mi esposo y mis hijas y entre todos decidimos seguir. Trabajando todos los días se logran cosas hermosas, pero cuesta muchísimo”.
¿Cómo modificó la irrupción de las redes sociales en el negocio?, ¿mermó la visita de clientes?
Como planteaba antes el cambio fue radical. “Muchísimo. Si bien las redes sociales son maravillosas para la publicidades, la gente nos pregunta precios y ven las prendas en las redes.
En este punto también está la cuestión de que, si bien tengo una persona (Luciana) que me ayuda, muchas veces no nos dan los tiempos porque tenemos que poner precios, armar la vidriera, acomodar la mercadería, planchar, sacar fotos y demás, pero estamos muy pendientes de las redes para contestar los mensajes.
La contra es que la gente no se acerca mucho como antes que no había otra opción; entonces venían, miraban, se medían y hoy se enfocan mucho en lo que ven en las redes sociales.
Acá buscaban otras variantes”.
Sirve pero se perdió la charla, lo social…
“Sigo vendiendo, pero se perdió un poco la parte social de hablar con la gente en el local y, a mí eso me gusta”.
¿Cuál es el público etario que tiene?
“Cuando inicié apuntaba a la señora, y no tanto a la juventud como fue sucediendo con el paso del tiempo. Hoy me dedico más a ese público joven de 15,16 años que empieza a salir a cumpleaños de 15, a los eventos; pero sigo trayendo ropa para todas las edades”.
¿Qué se viene para esta temporada?
“Encajes y mucha transparencia. Mucho tejido, calado y brillo.
En relación a los tonos siempre está el blanco y negro y se suma el celeste, el rosa, los colores fluor; traigo de todo pero predominantemente compro los tonos neutros”.
¿Qué función cumple la Cámara en su vida comercial?
“Desde que abrí el comercio estoy adherida a la Cámara.
Siempre me sentí apoyada, respaldada, cuidada y respetada por la institución. Cuando recién abría y la Cámara estaba muy presente en la organización de la Fiesta Nacional del Girasol, colaboraba mucho también. La entidad ayuda, colabora y está al lado del socio”.
¿Un mensaje a la comunidad, a sus pares?
“Siempre les deseo lo mejor a los colegas de todos los rubros.
A seguir luchando en esta situación económica que estamos pasando; hay que levantarse todos los días, salir a la calle y darle para adelante con fe porque esto tiene que cambiar y, ese cambio está en nuestras manos”.
¿Y a sus clientas?
“Que las amo. Son a quienes les debo todo lo que tengo por la incondicionalidad que tienen para con mi local, a pesar de los malos momentos en las diferentes situaciones, ellas siempre están. Todos los días me llevo una sonrisa a mi casa porque pasan, están”.
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