“El beato Eduardo Francisco Pironio nunca olvidó a Nueve de Julio, la amó entrañablemente y volvía siempre a ella con alegría” recordó el cardenal Fernando Vérgez Alzaga al celebrar lamisa en acción de gracias por la beatificación del purpurado nuevejuliense.
El domingo 17 de diciembre la ciudad y la Iglesia diocesana nuevejuliense vivieron una jornada de alegría al dar gracias por la beatificación del cardenal Eduardo Francisco Pironio, quien nació allí el 3 de diciembre de 1920 y fue bautizado en la entonces iglesia parroquial de Santo Domingo de Guzmán el 3 de febrero de 1921.
En horas de la tarde fueron llegando las delegaciones de las comunidades de la diócesis al Santuario diocesano de Nuestra Señora de Fátima. Allí, los miembros del Equipo diocesano de pastoral juvenil recibieron a los peregrinos y animaron un momento de oración. Luego tuvo lugar la inauguración del Centro Pastoral Beato Pironio en las instalaciones ubicadas al frente del santuario, recientemente remodeladas y puestas en valor. Se leyó el decreto municipal por el cual se declaraba “Huésped ilustre” al cardenal Vérguez y le fue entregado un presente por parte de la Intendente municipal Dra. María José Gentile. El obispo diocesano monseñor Ariel Torrado Mosconi explicó el sentido y cometido de tal centro y luego se procedió a la bendición, corte de cinta y visita al lugar.
Seguidamente se marchó hacia la casa natal del nuevo Beato donde monseñor Torrado Mosconi se refirió al lugar como espacio para guardar y difundir la memoria de ese hijo dilecto de Nueve de Julio. A continuación, el cardenal Fernando bendijo un busto del Beato Pironi y el cardenal Gregorio Rosa Chávez hizo lo propio con un cuadro del arzobispo salvadoreño mártir san Oscar Arnulfo Romero. Cabe destacar que Romero y Pironio fueron muy amigos, acompañándose mutuamente en momentos duros como les tocó vivir en los años setenta del siglo pasado. El cardenal Rosa Chávez fue secretario del monseñor Romero y testigo directo de del vínculo que unía a estos dos santos. Por eso quiso estar en Nueve de Julio en esta ocasión.
La marcha se encaminó hacia la Iglesia catedral Santo Domingo de Guzmán donde, al llegar, se descubrió una imagen del nuevo Beato en medio de aplausos y repique de campanas. Luego tuvo lugar la concelebración eucarística presidida por el delegado papal, el citado cardenal Vérgez Alzaga -quien fuera secretario personal del cardenal Pironio por más de veinte años y con el que visitara tantas veces nuestra ciudad- junto a él estuvieron el obispo diocesano Ariel Torrado Mosconi, dicho cardenal Gregorio Rosa Chávez, el obispo emérito de la diócesis Martín de Elizalde osb, el arzobispo de Bahía Blanca Carlos Azpiroz Costa op, el obispo emérito de Concepción de Tucumán Armando José María Rossi op y el obispo auxiliar de La Plata y secretario de la conferencia episcopal Alberto Bochatey. Concelebraron sacerdotes y diáconos junto a religiosas, seminaristas y fieles laicos de diferentes parroquias. Estuvieron presentes dos sobrinos del cardenal: Miguel y Melita junto a sus familias, como así también las dos religiosas que asistieron al beato en sus últimos días y que viajaron expresamente para esta ocasión.
El cardenal Vérges, partiendo de la liturgia y los textos bíblicos del día, se refirió a la figura y testimonio del beato Eduardo Francisco poniendo de relieve los grandes rasgos de su santidad como cristiano y pastor, haciendo referencia al fuerte y cordial vínculo que lo unió siempre a su tierra natal.
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