Bolillera en soja: Una oruga, varias caras

El monitoreo es fundamental. Depende el momento del cultivo que ataque la bolillera, el daño y el control son distintos.

En su paso por la Agenda Aapresid, Mariano Luna (Rizobacter Argentina), habló de los tips para un control más efectivo de la isoca bolillera (Helicoverpa haletopoeon) en soja.

Luna asegura que condiciones de sequía y zonas con predominancia de leguminosas benefician la aparición de estas isocas. Antecesores como lentejas, arvejas  y/o cultivos de servicios como la vicia aumentan las poblaciones de bolillera.

Esta isoca produce diferentes tipos de daños dependiendo el momento que ataque. Durante la implantación actúa como cortadora de plántulas. En la etapa de emergencia, la hembra ovipone en el cotiledón y/o primer foliolo y tras una semana, la larva nacida ingresa dentro de los folíolos y empieza a comer. Este daño puede ser insignificante, pero si las larvas poseen más de 1 cm puede cortar los brotes apicales con la formación de sojas tipo “candelabros”. En etapas posteriores, se comporta como defoliadora.

 “Pero el daño más peligroso es el consumo directo de granos, ya que a diferencia del resto de los lepidópteros, Bolillera se olvida completamente de las hojas cuando empiezan a aparecer las vainas, y  van directo a comer los granos”, advierte Luna.

Umbrales de referencia para la toma de decisiones

En años normales, cuando la bolillera se comporta como cortadora de plántulas y/o brotes apicales el umbral es no más de 1 o 2 orugas por metro lineal. En años restrictivos hasta 1 bolillera/metro lineal.

En la etapa de defoliadora, en años normales, hasta 20% de defoliación y 5 orugas/metro lineal. En años restrictivos hasta el 10% de defoliación y 2,5 orugas/metro lineal.

En la etapa reproductiva jamás se toleran más de 0,5 bolillera/metro lineal. “Una bolillera cada 2 metros lineales es letal para el crecimiento y la producción de semillas” remarcó Mariano.

Calidad de la aplicación, otro pilar del MIP para bolillera

Lo primero, como siempre, es el correcto monitoreo, que en el caso de bolillera, implica recorridas de lotes semanales. Llegado el caso de tener que realizar un control químico, todo depende del estadio. En el periodo vegetativo de la soja esta plaga suele ubicarse en los estratos superiores del cultivo y la recomendación para la aplicación de insecticidas son 50 gotas/cm2.

 “Pero cuando están ubicadas en las chauchas es difícil llegar con el insecticida hasta abajo”, precisa Luna. En esta situación es importante no solo el tamaño y cantidad de gotas sino también las condiciones del viento que determinan cómo se mueven esas gotas. “Para velocidades del viento por debajo de los 11 km.hora-1  la recomendación es gotas de 160 a 200 micrones; y para vientos entre los 11 a 20 km.hora-1, gotas mayores a los 200-250 hasta 300 micrones”.

El principio activo a utilizar también depende del momento de ataque de esta plaga. Al inicio del cultivo se pueden utilizar los piretroides ya que no hay problemas de llegada al objetivo. “Pero cuando la bolillera está dentro del brote apical es definitorio utilizar insecticidas de acción translaminar, como las Diamidas Antranílicas y el Benzoato de Emamectina”, explica Luna.

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