El increíble espectáculo natural que ofrece la migración de aves en Epecuén

Una inmensa bandada de falaropos volvió a cubrir el lago Epecuén. Se trata de uno de los sitios más importantes de Sudamérica para la migración de estas aves.

Además del espectáculo conocido como “nieve de sal” que deleita a los vecinos de Adolfo Alsina durante el invierno, cuando sube la temperatura el lago Epecuén es sede de otro fenómeno natural digno de retratar: en su camino desde Canadá, miles de aves eligen el espejo de agua para descansar y alimentarse.

El último de estos episodios tuvo lugar días atrás y quedó retratado en espectaculares imágenes que Daiana Castro, una habitante del lugar, compartió con INFOCIELO. Sin embargo, según aclara Viviana, una de las guardaparques que estudia el comportamiento de la fauna de la región y madre de Daiana, “no están ahora de casualidad”, sino que su presencia es común desde hace mucho tiempo.

Y no solo eso, de acuerdo a la mujer, Epecuén formará parte próximamente de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (WHSRN por sus siglas en inglés), una iniciativa de conservación basada en la ciencia y en la colaboración creada con el objetivo de proteger la integridad ecológica de los hábitats críticos para estos animales en las Américas.

“Pasada la inundación, encontramos nuevamente nidos de flamencos australes con sus pichones y empezamos a estudiarlos para protegerlos”, explica la guardaparques acerca de la transformación de Carhué en una pieza clave en el cuidado de aves a partir de la participación de biólogos, técnicos de campo y otros científicos que trabajan en el lugar.

Lo que comenzó solo con flamencos, se extendió más tarde a otros ejemplares, entre ellos los falaropos, que son quienes arribaron este mes a la laguna formando impresionantes dibujos en el aire y tiñendo de blanco el paisaje. “Aprendimos que eran migratorios, a diferencia de los flamencos, que solo se van a otras lagunas cercanas a tomar agua o descansar”, amplía Viviana en diálogo con este portal.

Según la también guía turística nacida y criada en Epecuén, la laguna bonaerense fue identificada como uno de los sitios con mayor cantidad de estos ejemplares en 2020, cuando se realizó el primer censo simultáneo de falaropos dentro del rango no reproductivo (es decir, cuando llegan a Sudamérica). En rigor, es el segundo espacio de la región luego de Mar Chiquita, Córdoba.

“La naturaleza recompensó todo lo que el hombre hizo que se perdiera; cada día comprobamos que nos está dando la revancha para no dejar de asombrarnos y hacer que este siga siendo un lugar donde la magia todavía está”, reflexiona la mujer.

¿Qué son los falaropos?

De acuerdo a la Guía de Aves Argentinas, los falaropos migran desde Norteamérica hasta llegar a Chubut e incluso, ocasionalmente, a Malvinas. Su presencia es común en en lagunas, esteros y pantanos, forman bandadas (a veces extremadamente grandes) y son muy nadadores.

Estos ejemplares giran sobre sí mismos picoteando el agua, construyen nidos en depresiones del suelo y ponen cuatro huevos que miden aproximadamente 37 por 24 milímetros.

Asimismo, poseen roles sexuales invertidos en comparación con los sistemas reproductivos más conocidos: las hembras son más grandes, de colores más brillantes y son ellas quienes realizan el cortejo. Además, el cuidado del nido es exclusivo de los machos, permitiendo que las hembras sean las primeras en comenzar la migración hacia el sur.

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