Los miles de árboles de 25 de Mayo y de cualquier ciudad de la región empiezan a soltar las hojas, con destino final, el suelo.
La ley de gravedad no falla, pero si no funciona bien el comportamiento de muchos vecinos/as que la amontonan y queman. Hasta no hace mucho tiempo, quemar las hojas secas era una práctica habitual entre los jardineros.
También para las amas de casa que las prendían fuego junto al cordón de la vereda. Sin embargo, en los últimos años se comenzó a tomar una mayor conciencia acerca de cuidado del medio ambiente por lo que se espera que esta práctica tan contaminante haya perdido terreno.
Lamentablemente, aún se ven en esta época del año pilas de hojas secas humeando por efecto del fuego que prendió alguna persona en su afán de ver todo limpio. Es que la quema de materia orgánica produce dioxinas y furanos, sustancias muy peligrosas para la salud de las personas, principalmente para los niños.
No tires las hojas caídas
Uno de los usos más comunes, sobre todo en otoño, es reciclar las hojas caídas de las plantas para utilizarlas como abono natural. Para ello hay que seguir una serie de pasos:
1. Colocamos las hojas en círculos y en capas de 10 centímetros aproximadamente alrededor de los árboles, plantas, flores o verduras.
2. Añadimos abono en polvo a estas capas para potenciar el abono.
3. Mezclaremos bien para crear humus que provoca que los suelos ganen en fertilidad.
4. Recuerda que las hojas que antes se descomponen son las de los arbustos florales y plantas frutales, por lo que es una forma perfecta de obtener fertilizante ecológico.
Las ventajas que ofrece este abono orgánico son muchas: el suelo es más natural, tendrá más propiedades y propicia que los microorganismos se alimenten de este tipo de materia.
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