La campaña gruesa 2020/21 se caracteriza por una gran variabilidad climática: en medio de un ciclo marcado por el fenómeno La Niña, que supone un régimen de lluvias inferior a lo normal en las principales zonas agrícolas argentinas, los primeros meses confirmaron ese escenario de sequía, pero los últimos días de enero sorprendieron con lluvias que hicieron hasta superar el promedio histórico para ese mes.
Eso se traduce también al escenario de plagas y enfermedades: en un principio, sobresalieron los alertas por la aparición de grandes poblaciones de insectos favorecidos por el contexto de déficit hídrico marcado desde el otoño pasado. Ahora, con la llegada del agua, el riesgo pasa a ser también la proliferación de hongos.
“Lo que estamos viendo es que, con estas lluvias, se están disparando algunas alertas focalizadas, pero que marcan una tendencia. Por ejemplo, muchos reportes de oruga cogollera en maíz, pero que en ciertos casos también puede atacar a la soja. Generalmente se encuentran en malezas gramíneas como Eleusine y al aplicar herbicidas pasan al cultivo”, ejemplifica Lucas Díaz Panizza, Product & Project Manager – South Región de Sumitomo Chemical Latín América.
Según el ejecutivo, en muchas zonas del país están hallando más de dos orugas por metro lineal con más de un centímetro de tamaño, y eso implica una alerta de aplicación. En soja, además, también la oruga bolillera representa una alerta amarilla: “Es una plaga muy característica de los últimos años, y que aparece en grandes cantidades en años con condiciones como las actuales”, añade.
Estas especies se suman a los trips y arañuelas que hicieron efecto en el inicio de la campaña, por la sequía; y al riesgo de que en algún momento las chinches, que por ahora no han aparecido en poblaciones riesgosas, se vuelvan un problema ya que suelen aparecer en el inicio del llenado de granos.
“Por el lado de los hongos, hay presencia generalizada en soja de mancha marrón, lo que ya genera recomendaciones de aplicaciones, porque es una enfermedad que hay que controlar temprano y de forma preventiva. En maíz, de forma muy sectorizada se reportan casos de roya y tizón”, continúa Díaz Panizza.
Defensivos
Teniendo en cuenta las condiciones predisponentes para que estas luces de alerta se puedan profundizar, el representante de Sumitomo Chemical considera que no hay que demorar los tratamientos defensivos. Menos aún en un escenario en que las aplicaciones están “baratas” en términos relativos.
“Por la suba de los precios de los commodities, se necesitan menos kilos por hectárea para solventar una aplicación. Esto hace que el retorno sobre la inversión sea considerablemente atractivo, pagando no solamente el costo del tratamiento sino, además, obteniendo un plus de rendimiento”, repasa Díaz Panizza.
En el caso de los insecticidas, Sumitomo ofrece una amplia gama de soluciones. Para trips y arañuelas, Abamex, un producto a base de Abamectina 1,8% para aplicaciones tempranas. Para orugas, Compact, a base de Lufenuron5%, una molécula que tiene un modo de acción diferente al común de las otras opciones del mercado: es un regulador de crecimiento que interfiere en el proceso de muda del insecto. Cuando se lo aplica, deja automáticamente de alimentarse y cuando completa la muda, termina muriendo.
También Díaz Panizza sugiere que se pueden complementar con Kaiso Sorbie, único Insecticida piretroide sólido a base de Lambdacialotrina 24% que se comporta como un concentrado emulsionable en el tanque de aplicación, que aporta volteo; Klorpan, basado en la molécula Clorpirifos 48% que otorga un amplio espectro de control por su traslaminaridad que permite una mejor penetración de las hojas; y Synergy, que combina dos ingredientes activos (Imidacloprid 35% y Lambdacialotrina 10%) y está recomendado especialmente para chinches, aunque también controla orugas.
“En lo referente a fungicidas, estamos recomendando Tazer Xpert, un coformulado compuesto por una estrobirulina (Azoxistrobina 25%) y un triazol (Epoxiconazole 12,5%), ideal para el control de manchas. Es una formulación más concentrada que el promedio general del mercado y que cubre todas las enfermedades de fin de ciclo en soja, y también la roya de maíz”, completa Díaz Panizza.
Según ensayos realizados, la aplicación de este fungicida eleva entre cinco y 15 por ciento el rendimiento con respecto a un testigo sin tratar. Via: InfoCampo
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