No hay peor ciego y sordo que el que no quiere ver y oir

Interesante y realista reflexión de una ciudadana y madre casarense sobre lo que a diario ocurre en nuestra ciudad con respecto a la clausura y suspensión de las reuniones sociales de la que participan los jóvenes y la falta de respuesta ante la necesidad de interactuar, de relacionarse los chicos y sobre todo la falta de un lugar acorde para que se puedan reunir sin peligro. La persona que expreso lo que se suele escuchar en la calle, es María Lujan Sentin, cuyo relato transcribimos

“Todos sabemos que todos sabemos

Me permito llamar la atención  respecto de un tema que pareciera estar fuera de agenda o bien considerado como sin importancia.

Pues bien. No lo es. No sólo porque es un tema importantísimo en sí mismo y por todo lo que significa y representa para el grupo poblacional afectado en términos de salud mental y emocional, sino porque seguir ignorándolo traerá indefectiblemente y más temprano que tarde, malas noticias o alguna tragedia.

Me refiero a la “nocturnidad” y a los espacios de socialización, esparcimiento y diversión, especialmente de adolescentes y jóvenes.

Como todos sabemos (y todos sabemos que todos sabemos) la “gestión de la pandemia” como suele decirse, ha condenado a la clandestinidad a todos aquellos jóvenes y adolescentes que desean socializar y divertirse).

En los hechos esto supone: que los jóvenes organicen fiestas multitudinarias en espacios privados (casas o campos), cerrados, sin controles, que cuando las autoridades lo advierten sean “corridos”, situación que genera que busquen de inmediato un nuevo lugar o espacio al que todos (en sus autos o motocicletas) se dirigen cual malón para seguir con  la vida social que las autoridades les niegan (aunque las noticias muestran que muchos de los que las niegan puertas adentro hacen lo contrario: y todos sabemos que todos sabemos).

Así las cosas, lo que se avecina es una tragedia de tránsito o, peor, un nuevo “Cromagnon”.

No exagero: decenas (a veces, cientos) de pibes amontonados en piezas o casas sin ventilación, sin salidas de emergencia, sin instalaciones eléctricas adecuadas, sin baños aptos para semejante cantidad de personas, sin medidas de seguridad para evitar incendios y sin los elementos para combatirlo en caso que se produzca, sin equipos de seguridad en ninguna materia… Una chispa en un enchufe o una sobrecarga en instalaciones que tienen decenas de años o una aceleración sin control huyendo de la policía y listo, ahí tendremos la nueva tragedia que está lista, agazapada.

Y todos sabemos que todos sabemos.

La solución? La misma que con el resto de las actividades y lugares de toda clase índole y naturaleza: abrir -con los controles y protocolos del caso, desde luego – y permitir el funcionamiento de boliches y lugares de nocturnidad y extender los horarios para permitir el encuentro y socialización de nuestros pibes de un modo “no clandestino”. Si no, seguirán haciéndolo de modo “clandestino”.

Todos sabemos que así será. Todos sabemos que todos sabemos que así será.

De nuevo: todos sabemos que todos sabemos.

Los jóvenes están haciendo fiestas y reuniones de decenas o cientos de personas en los que no hay distanciamiento, no hay medidas sanitarias, no hay controles, no hay medidas de seguridad. Y en las que la menor de sus preocupaciones es el distanciamiento social.

Todos sabemos que todos sabemos.

Todo lo que hemos aprendido, adultos y jóvenes, luego de varias tragedias y hechos dolorosos como el de Cromagnon o como algunos accidentes locales ha sido en vano? Vamos a seguir mirando para otro lado?

Es increíble que el perjuicio, el maltrato y  el abandono que supuso (y supone, en gran medida aún)  el cierre de las escuelas y el encierro y aislamiento de niños y adolescentes por más de un año se vea profundizado con más maltrato y perjuicios, esta vez, derivados de la indiferencia o de la falta de voluntad y coraje (sí, CORAJE escribí, coraje) para llevar a cabo lo que todos sabemos que todos sabemos que hay que hacer en una localidad en la que no hay transmisión del virus y en donde todo, absolutamente todo está abierto, menos los espacios para nuestros jóvenes y adolescentes.

En serio vamos a seguir cultivando y cocinando a fuego lento un nuevo fin de año como el de 2004 en Cromagnon?

Lujan Santini. 26598855”

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